Dicen que busca la perla rara, la complicidad con el lector, seguir deleitándose con las inquietudes que nos hacen ser más humanos, saborear lo poco que queda de la edición “artesanal”… Todo eso está muy bien. No obstante, creo que su único objetivo es disfrutar y hacer disfrutar con lo que se lee o puede leerse, que no es cosa fácil, no nos equivoquemos. Además, añadiría el hecho excepcional de que logran divertirse trabajando, aunque deban para ello atravesar todo tipo de penurias –no diremos cuáles–. Por eso yo diría que Alpha Decay es mimo, cuidado, dedicación.
Reconozco –cosa que se me da bastante bien– que encuentro su dedicación una de esas aventuras maravillosas. Si uno es un enamorado de la palabra y busca dedicarse en cuerpo y alma a protegerla y difundirla, existen varios caminos para salvaguardar este deseo. a saber: ser escritor –el súmmum–; ser editor, pieza fundamental para asegurar la buena salud literaria; ser lector, figura clave puesto que un escritor no cumpliría realmente su objetivo ni podría ser considerado como tal sin alguien que lo lea. En Alpha Decay, a mi modesto parecer, tienen muy claro estos símbolos literarios al publicar a aquellos autores que, siendo ellos editores pero lectores en primer lugar, querrían leer. Dicho de otro modo, buscan cultivar su propio espíritu para, posteriormente, compartirlo con todos nosotros. Ellos tienen las herramientas necesarias para descubrir o redescubrir a ciertos autores que, de otro modo, nunca llegaríamos a conocer. Son unos incorformistas, en el buen sentido de la palabra. Su pasión por ahondar en esas nuevas u olvidadas voces de la literatura universal les hacen merecedores, a mi buen entender, de la etiqueta de «referente editorial». Con esto no quisiera mermar su ilusiones, más bien todo lo contrario. El hecho de considerarles una referencia, por su catálogo, sus cuidadas ediciones y su propia idiosincrasia, espero sirva para recordarles que van por buen camino, que no deben cesar en su empeño de seguir creciendo y que continúen empapándonos de verbos, sintagmas, vocablos y afirmaciones de toda índole.
Con tanto piropo hacia la editorial barcelonesa puede que muchos crean que me volví loco, o cuerdo –quién sabe!–. Uno de los objetivos que buscamos en este rincón es entablar conversaciones varias con algunos protagonistas de ese ámbito literario que tan buenos momentos nos ha concedido. Así pues, gracias a esas extrañezas que circundan nuestras ajetreadas y confusas vidas, pudimos charlar con Ana S. Pareja, la mitad de Alpha Decay. He aquí la conversación.
Pregunta: Existe un buen número de personas que desconocen por completo el oficio de un editor. Imaginamos que esa desinformación viene dada por el trabajo en la sombra que lleváis a cabo –hay algunos que, incluso, os tildan de ‘BoBos’, esto es Bourgeois-bohème–. Al fin y al cabo, lo que verdaderamente importa es la obra, el producto final, y después el autor de la misma. Por tanto, nos gustaría saber ¿Qué es exactamente un editor? ¿Qué tareas realiza?
Ana S. Pareja: Supongo que un editor tiene que ser un BoBo de corazón, no necesariamente en su día a día. Si un BoBo es alguien que se detiene en los placeres y los lujos de la vida y que es caprichoso y se dedica a pasear y a observar contemplativamente el mundo y a pensar y a ser un poco petulante y snob en las fiestas, sí, bienvenido sea el apelativo. Pero ésa es la teoría, la práctica dista mucho de la vida de glamour que algunos imaginan. El trabajo del editor es un ejercicio de autoexplotación e insatisfacción perpetuo. Las tareas de un editor multimillonario son leer y pensar, las de un editor independiente como nosotros, matarse a currar para sacar un proyecto difícil a flote, desde lidiar con distribuidores y agentes, hasta corregir pruebas o hacer paquetes. Pero siempre felices, eso sí.
P: Continuando con los entresijos de este oficio, ¿en algún momento de tu vida supiste que querías dedicarte a esto? ¿Cuándo?
A. P: De pequeña quería ser escritora (qué vergüenza). Hice dos carreras de letras, leía mucho. La literatura era importante, lo sigue siendo. Y una forma razonable de encauzar esa pasión fue intentar ser editora. Creo que empecé a sentir que era posible cuando me mudé a Barcelona y empecé a frecuentar a escritores y a otros editores.
P: Dicen que para tener constancia de la personalidad y calidad de una editorial basta con mirar su catálogo. ¿Qué podrías decirnos de los títulos publicados hasta la fecha por Alpha Decay? ¿Cuáles destacarías por encima del resto y por qué motivo? ¿Tenéis un criterio específico de selección?
A. P.: Si nuestro catálogo hablara diría cosas muy buenas y muy malas de nosotros. Hay altibajos, pero existe coherencia, hasta los errores son en cierto modo aciertos, o una puerta para aprender. Estamos muy orgullosos de todo lo que hemos hecho últimamente. Me gusta mucho Stone Junction, además de porque es una novela magnífica, porque confirmó una de nuestras teorías: Se publicó en 2007 con un título y una portada no muy bien elegidos y no tuvo ningún éxito. Lo relanzamos en 2009 con nueva cubierta y nuevo título y ahora es uno de los éxitos de la editorial. El mimo, el cuidado y la dedicación pueden dar alas a un libro.
P: ¿Existe algún autor que haya publicado con otras editoriales y que hubierais querido tener en vuestro listado? Si es así, ¿cuál?
A. P.: Infinitos. De los más recientes, Christina Stead. En este país se edita mucho y bien, y hay miles de autores buenos todavía no publicados, así que cada mes te enteras de que alguien ha publicado algo excelente que te hubiera encantado publicar. Me gusta mucho el lema de una editorial argentina estupenda, La bestia equilátera: “Siempre habrá alguna obra maravillosa que todavía no fue descubierta, no se tradujo o ni siquiera comenzó a escribirse”. Así que no hay que preocuparse demasiado por estos asuntos.
P: Nuestra realidad actual, esa era tecnológica que vocifera a los cuatro vientos la muerte de la novela, el fin del papel y demás historietas apocalípticas con respecto a lo literario, parece que iba a limitar la aparición de nuevos sellos editoriales e, incluso, erradicar las aspiraciones intelectuales de muchos de nosotros. Sin embargo, desde hace unos pocos años, son varias las editoriales jóvenes que han aparecido y que resisten. ¿Cuál es el secreto de tal éxito, teniendo en cuenta que esto es un negocio y que, queramos o no reconocerlo, el dinero parece ser lo único que prima?
A. P.: El éxito reside en la abolición de la esperanza de éxito: Casi ninguna editorial nueva debería esperar un éxito económico a corto plazo. Las pequeñas editoriales literarias que han surgido en los últimos años suelen subsistir por el esfuerzo y grandes dosis de capital personal, y unas expectativas de lucrarse mínimas o nulas. Salvo honrosas excepciones, el nuevo editor independiente está preparado para ver su patrimonio peligrar continuamente. El arte está en mantenerse siempre en la línea de flotación.
P: Imaginamos que comprobar la buena respuesta de la crítica, medios de comunicación y público con respecto a algunos de los títulos que habéis publicado debe ser una inyección de moral maravillosa. La difusión, llegados a este punto, es vital. En este sentido, nos interesaría saber cuán de estrechos son los lazos que habéis creado desde que comenzarais esta aventura.
A. P.: En ese sentido estamos felices. Cada día damos las gracias, a periodistas culturales, a libreros y a lectores, que son fieles y están ahí, apoyando la editorial. Un abrazo fuerte si nos estáis leyendo.
P: ¿El término microeditorial es acertado, es de tu agrado o crees que las etiquetas no hacen ningún bien?
A. P.: Todos los términos que se acuñan en prensa y se ponen de moda me horrorizan al cabo de una semana, éste es uno de ellos. No es que no hagan ningún bien o ningún mal, es que son palabras feas. Microeditorial suena rarísimo.
P: ¿Qué piensas de las autopublicaciones?
A. P.: Pienso que están bien siempre y cuando no haya ninguna empresa fantasma rara de esas que se lucran con las ilusiones y esperanzas de algunos escritores que no encuentran el modo de publicar en una editorial. Hay mucho fraude encubierto: Si me das tantosmil euros te ayudo a autoeditar tu novela, etc. Hay que tener cuidado con esas cosas.
P: ¿Podrías terminar la frase? La literatura es importante por…
A. P.: Los puntos suspensivos quedan perfectos ahí…
P: Tres novelas “clásicas” de tu vida
San Petersburgo, Biely; Gilles, Drieu La Rochelle; Lolita, Nabokov
P: Tres obras actuales que te hayan marcado
A. P.: Imposible responder.
P: ¿Algún consejo para aquellos que quieran dedicarse al, para nosotros, fascinante mundo de las letras?
A. P.: Que sean fascinantes en su cabeza.
Enric Cucurella y Ana S. Pareja, co-directores de Alpha Decay. Fotografía: Chus Sánchez